Jacques Sauniere, el conservador del museo, estaba corriendo hacia la Gran
Galería del Museo de Louvre. Entró allí rápidamente y arremetió contra la
primera pintura que vio. Cayó al suelo junto con el cuadro y la reja de hierro
se cerró, impidiéndole la entrada a su agresor. Su agresor, desde el otro lado
de la reja, se dispuso a amenazarlo para que le dijera el secreto que
Sauniere ocultaba. En su interior, Sauniere se decidió a ocultar la verdad,
dispuesto a morir por ella, y siguió el protocolo establecido. Le dijo la
mentira, aquella diseñada para proteger el secreto, sabiendo que aun quedaban
tres personas que también sabían el secreto. Cuando terminó, su agresor se
informa que los otros también le dijeron lo mismo, además de que ellos también
están muertos. Sauniere reacciona, espera ser asesinado y sabe que necesita
transmitir el secreto rápidamente.
Robert Langdon
se encontraba durmiendo en el Hotel Ritz Paris. Sonó el teléfono y rápidamente se
dispone a contestarlo. Hablaban de la recepción; el recepcionista le informó
que alguien quiere verle urgentemente. Llamaron a la puerta, Langdon
abrió, y el hombre se presentó como el teniente Collet de la Dirección Central
de la Policía Judicial, quien le informó de la situación. Se encontraba allí
porque necesitaba del Señor Langdon para un asunto confidencial, y le pasó una
foto. Siguió al teniente Collet, quien prontamente le informó que lo que había
visto se lo había visto en Sauniere se lo había hecho él mismo.
Silas, el agresor de Sauniere, se encontraba en un cuarto
oscuro. Estaba solo, y necesitaba expiar sus pecados de aquella noche. Llamó al
Maestro, esa persona misteriosa que lo estaba guiando para que descubriera el
secreto. Silas le informó acerca de la situación; la legendaria "Calve de bóveda"
se escondía en la Iglesia de Saint-Sulpice, debajo de la Línea Rosa. El Maestro
le pidió que fuera por la clave, y le explicó cómo hacerlo. Silas se desnudó y
se colocó un cilicio en el muslo, apretándolo con fuerza. Acto seguido se
dispuso a azotarse.
Tras haber llegado al Museo de Louvre, por la entrada de la
Pyramide, un hombre lo recibió. Era
un hombre corpulento y moreno, quien se presentó como el capitán Bezu Fache.
Langdon siguió a Bezu Fache por el camino de entrada al
museo. Llegaron a la Gran Galerie, traspasaron la reja, la cual había sido
levantada porque impedía el paso. Langdon se estremeció al ver el cuerpo de
Sauniere; estaba desnudo, con las piernas y los brazos abiertos en forma de
estrella, y un pentagrama dibujado con su propia sangre en el pecho.
Inmediatamente le dijo a Fache que se trataba de un pentagrama, un símbolo
referente a la mitad femenina de todas las cosas, a la divinidad femenina.
Acerca de la posición de cuerpo, Langdon explicó que enfatiza mas el símbolo,
considerándolo una réplica del otro. Sobre la sangre, desvelaron que también
había un lápiz de tinta invisible, lo cual dejó más dudas, que mediante el uso
de tinta ultravioleta pudieron resolver. Al mismo tiempo, Collet estaba
escuchando toda la conversación que se desarrollaba en el museo.
Sor Sandrine
estaba dormida cuando sonó el teléfono. Era el abad de la Iglesia de
Saint-Sulpice, quien le pidió el favor a sor Sandrine de que le dejara entrar a
un numerario del obispo Aringarosa para que visitara la Iglesia y que estaría
allí a la una de la mañana.
Robert Langdon
estaba atónito cando vio la inscripción, que decía:
13-3-2-21-1-1-8-5
¡Diavole in
Dracon!
Límala, asno
Su
suposición del culto a la diosa se desmoronó, pues no encajaba con el mensaje. Langdon
estaba desconcertado, pero Fache revelo que alrededor de Sauniere había un círculo.
Inmediatamente Langdon comprendió que se trataba del Hombre de Vitrubio de Leonardo Da Vinci. Langdon comentó que
Sauniere compartía un vínculo con Da Vinci, referido además a la preocupación
por la supresión que la Iglesia hacia la divinidad femenina. Fache se apresuro
a contradecirlo, afirmando que el mensaje era una acusación de quien lo mató.
Langdon expresó que era ilógico, puesto que si se sabía que el asesino era una
persona que el mismo Sauniere conocía, lo más probable era que en vez de
utilizar todos esos símbolos, escribiera directamente el nombre, a lo cual
Fache respondió con una sonrisa.
Por
la reja entró una hermosa mujer, de unos 30 años, quien se presentó como Sophie
Neveu. Se dirigió a Fache, explicándole que ya había descifrado el código
numérico, y le comento a Langdon que debía ponerse en contacto con la Embajada
de los Estados Unidos, quienes tenían un mensaje para él, y le entregó un papel
con el número de servicios de mensaje de la embajada. Fache le prestó su
teléfono, y se dispuso a marcarlo. Cuando hablaron, escuchó la voz de Sophie
Neveu, de un contestador automático. Protesto, pero ella le insinuó que solo lo
hiciera. Marcó de nuevo y oprimió el 454. Oyó el mensaje que estaba allí, que
era Sophie, diciéndole que estaba en gran peligro y que siguiera sus
instrucciones.
Silas
se dirigía a la Iglesia de Saint-Sulpice. Mientras tanto, el obispo Aringarosa
se encontraba en el vuelo 1618 de Alitalia, que pasaba por algunas
turbulencias.
Sophie
le explicó a Fache que se trataba de la Secuencia de Fibonacci, en la que cada
número se obtiene por la suma de los dos anteriores. Le explicó que no decía
absolutamente nada, que se trataba de una broma criptográfica. Así, Sophie se
alejó y salió de aquel lugar.
Robert
Langdon le dijo a Fache que algo malo le había ocurrido a un amigo, y que tenía
que volver a Estados Unidos al dia siguiente, a lo cual Fache se mostró
comprensible. Langdon le dijo que tenía que ir al baño, y Fache le dijo donde
estaba. Langdon le pidió un momento a solas.
Fache
volvió al estudio de Sauniere, donde le dijo a Collet que vigilara al
americano, representado por un punto rojo que se encontraba en el baño.
En
el baño, Langdon se encontró con Sophie, quien le informó que Langdon se
encontraba bajo vigilancia policial. Le dijo que según Fache, era el principal
sospecho del asesinato de Sauniere. Langdon no le creyó, pero ella le dijo que
mirara en el bolsillo de su chaqueta, donde encontró un dispositivo de
seguimiento por GPS. Sophie le informó que aun no había visto todo el mensaje
de Sauniere, por el cual estaba siendo culpado. Rápidamente le paso una
fotografía donde se encontraba el anterior mensaje, más otra línea, que decía:
13-3-2-21-1-1-8-5
¡Diavole in
Dracon!
Límala, asno
P.S. Buscar a
Robert Langdon
Ella
le explicó que lo ayudaba porque creía en su inocencia, además de que en
realidad Sauniere no lo culpaba, sino que le enviaba un mensaje a ella. Le
explicó que el mensaje estaba dirigido a ella, pues los números eran para
asegurarse de la presencia de criptógrafos, y El Hombre de Vitrubio porque era su obra favorita, además de que la
abreviación P.S se refería a Pricesse Sophie, el apodo que Sauniere tenía para Sophie, ya que Sauniere era
su abuelo.
Fache
entro de nuevo al despacho, donde se sorprendió al no ver a Langdon. Se dio cuenta
de que todavía estaba en el baño.
Sophie
esperaba que Fache se no se diera cuenta de que ella todavía se encontraba
allí. 10 años atrás, Sophie vio algo que no debía ver, algo que marcó la
relación con su abuelo. Se independizó después de eso, y nunca más le volvió a
hablar. Ese día él la llamó al trabajo, pidiéndole que se encontraran, para
hablar de algo muy importante. Volvió a la realidad, y habló con Langdon sobre
su huida, consistente en sacarlo de allí para llevarlo a la Embajada americana.
Langdon no la apoyaba, porque eso lo haría ver más culpable.
De
un momento a otro sonó la alarma de la Gran Galerie. Collet dijo que Langdon
había subido al alfeizar de la ventana, mientras Bezu Fache se dirigía con
pistola en mano al sitio. Collet vio que, la señal ya no estaba allí; Langdon
había saltado.
Fache
se dirigía a los baños, mientras Collet le informaba que Langdon había saltado,
pero su señal seguía en movimiento, y a gran velocidad, lo que apuntaba a que
estaba en un vehículo. Rápidamente pudieron identificar el vehículo, el cual
estaba cruzando el Rio Sena. Fache se alejó de allí.
Mientras
tanto, Sophie y Robert se escondían en la penumbra de la Gran Galerie, quienes
vieron cuando Fache pasó, y volvió a irse. Salieron de allí rápidamente.
Momentos antes de esconderse, Sophie rompió la ventana del baño, y le pidió a
Langdon el transmisor, el cual incrustó en una pasta de jabón y lo lanzó al
camión que para ese momento estaba justo debajo del Museo de Louvre. Esperaron
a que las patrullas se alejaran.
Al
mismo tiempo, Silas estaba entrando a la Iglesia de Saint-Sulpice, acompañado
de sor Sandrine. Ansioso por encontrar el lugar le habían descrito, le pidió a
sor Sandrine que lo dejara solo, para poder rezar.
Sophie
y Langdon se encontraban buscando la salida de aquel recinto. De un momento a
otro, Langdon entendió que la escritura en el suelo era un anagrama, siendo la secuencia desordenada una pista.
Unos minutos después había descifrado el anagrama, el cual decía:
¡Leonardo Da
Vinci!
¡La Mona Lisa!
Sin
perder tiempo, Sophie se dirigió de nuevo a la Gran Galerie, y le pidió a
Langdon que saliera. Minutos después este regresó también a la Gran Galerie,
para encontrar la respuesta a las iniciales P.S.
Robert
le preguntó a Sophie sobre P.S., y entendió que se referían al Priorato de
Sion, una sociedad secreta encargada de guardar un gran secreto. En la Gran
Galerie, cogieron una linterna de rayos ultravioleta y examinaron la Mona Lisa.
Había una inscripción que decía:
NO VERDAD LACRA IGLESIAS
Antes
de empezar a descifrarlo, un guardia de seguridad obligó a Langdon a quedarse
quieto.
Dentro
de la Iglesia de Saint-Sulpice, Silas seguía en su búsqueda de lo que le había
descrito. Rápidamente lo encontró, y supo que debía romper la losa para
encontrar la clave de bóveda. Intentando no hacer mucho ruido, la rompió, y
metió su mano hasta el fondo. Encontró una gruesa tabilla de piedra con una
inscripción: Job 32:11. Buscó en la biblia dicho pasaje y encontró este
mensaje:
LLEGARÁS HASTA AQUÍ, NO MÁS ALLÁ
Mientras
esto ocurría, Sor Sandrine veía todo esto.
El
guardia seguía apuntándole a Langdon. Mientras tanto, Sophie descubrió que la
inscripción en la Mona Lisa también era otro anagrama, el cual descifrado era:
Ve a la Virgen
de las Rocas
Ella
se dirigió rápidamente a la pintura, pero no había señales de tinta
ultravioleta. Miró en el reverso, donde tampoco había tinta ultravioleta, pero
allí encontró una cadena de oro, donde colgaba una llave dorada, en forma de
cruz, con las iniciales P.S., y una flor de lis, símbolo del Priorato de Sion.
Sophie cogió el cuadro, lo arrancó, y amenazó al guardia con romperlo. El
guardia puso su arma y la radio en el suelo y puso las manos por encima de la
cabeza. Sophie y Langdon cogieron el arma y salieron de allí, bajaron las
escaleras.
Sor
Sandrine marcaba los números que le habían dado para que llamara si rompían la
losa. Ninguno contestaba. Silas apareció detrás de ella y se dio cuenta de
todo. No pudo soportar ver que ella apoyara al Priorato de Sion, al mismo
tiempo que pertenecía a la Iglesia; cogió un candelabro y con este la mató.
Sophie
y Langdon salieron del edificio como balas y entraron al Smart de Sophie.
Salieron de allí inmediatamente, con la esperanza de llegar a la embajada
americana para ponerse a salvo. Pero cuando llegaron, vieron que estaba
totalmente rodeado por agentes de policía. Retrocedieron rápidamente pues iban
a ser perseguidos. Enfiló de nuevo en la gran avenida de los Campos Eliseos.
Sophie le pasó la llave a Langdon, quien por el momento no pudo deducir algo
importante. Sophie pensó en algo, e inmediatamente se fueron para el
Gare-Saint-Lazare, una terminal de trenes. Aparcaron el carro y Sophie habló
con un taxista, a quien le entrego muchos billetes, y quien arrancó sin ellos.
Aringarosa
ya había llegado a Italia. Un chofer lo recogió para llevarlo a la residencia
de verano del Papa. Allí lo recibió un sacerdote llamado Mangano, quien lo
llevo a la Biblioteca Astronómica.
Langdon
y Sophie compraron dos tiquetes para Lille con la tarjeta de crédito de
Langdon, con el propósito de plantar una pista falsa. Entraron al taxi que
había arrancado sin ellos. Sophie y Langdon querían salir de la ciudad. En el
trayecto, tuvieron tiempo para examinar la llave. Era irónico que Sauniere les
hubiera dado una llave sin decirles para que usarla. Como la sintieron húmeda,
decidieron examinarla con la linterna de rayos ultravioleta; encontraron una
dirección:
24 Rue Haxo
Y
le dieron la dirección al taxista.
En
el trayecto Langdon le habló a Sophie sobre el Priorato de Sion. Lo definió
como una sociedad secreta creada en 1099, con el propósito de guardar un muy
importante secreto. Crearon un brazo militar conocido como Los Caballeros
Templarios, encargados de encontrar los documentos que comprobaban la veracidad
del secreto, los documentos del Sangreal, palabra equivalente al Santo Grial.
De la radio se escucho el aviso de captura de Robert y Sophie, pero Sophie no
permitió que el taxista informara; lo hizo salir del auto y Langdon manejó.
Llegaron
al Banco de Depósitos de Zúrich, tenían la llave de una caja fuerte.
El
obispo Aringarosa entro en la sala. Allí se encontraban dos cardenales italianos
y el Secretario Vaticano. Le entregaron un maletín con dos grandes fajos de
bonos al portador de alta denominación de la Banca Vaticana. Lo cogió, y
regresó al aeropuerto para tomar un vuelo a Paris.
Sophie
y Langdon entraron a la banca. El guarda observó y en poco tiempo informó a la
Interpol de la presencia de ellos allí. Un hombre los saludó y los llevó a una
sala. Les dijo que se podían quedar lo que quisieran, y les informó como
obtener la caja fuerte. Lastimosamente, necesitaban un número de cuenta que no
poseían. El hombre se fue, pero prontamente llegó el presidente del banco en su
sede parisina, André Vernet. Les informó que la policía estaba pronta a llegar,
y que hicieran lo que debieran hacer velozmente; los dejó solos para que
pensaran.
Robert
descubrió que si tenían un número: La Secuencia de Fibonacci. La digitaron en
orden y pudieron ver el contenido de la caja fuerte: una caja de palisandro con
una flor graba en la tapa, la cual contenía un criptex, un objeto que se abría
con una palabra de 5 letras, y si se forzaba, se destruía su contenido.
Vernet
volvió de nuevo y los llevo a la parte de atrás, y los hizo ingresar en un
camión blindado. Se vistió de transportador y salió de aquel banco para
salvarlos de los oficiales, quienes tenían rodeado el banco. Los llevó unos
kilómetros más y luego les abrió la puerta, los amenazó con un arma, para que
entregaran la caja de palisandro. Disparó el arma, y obligó a Langdon a
entregarle la caja, Robert acercó el casquillo a la puerta, la cual impidió que
Vernet cerrara la puerta. Langdon la pateó y lo lastimó; le quitó el arma, y se
montaron en el vehículo blindado.
Langdon
tuvo la idea de ir donde un viejo conocido que sabía demasiado del Santo Grial
Su nombre era Leigh Teabing, un especialista ingles en historia de las que
vivía en Versalles, en una mansión llamada Chateau Villete Sophie, un poco
indeciso, accedió a ir a visitarlo. Llegaron a dicho lugar, y llamaron al
intercomunicador. Les contestó Remy, el mayordomo de Teabing. Cuando le dijeron
que el asunto de su presencia era sobre el Santo Grial, llamó a Teabing quien
los dejó pasar. Ya dentro, Langdon guardó la caja de palisandro. Saludaron a
Teabing cuando bajó. Era corpulento y rubicundo, pelirrojo, y usaba muletas.
Langdon le pidió que le explicara a Sophie sobre el Santo Grial.
Langdon
y Teabing comenzaron a explicarle; empezaron por decir que la biblia es un
producto del hombre, siendo esta una versión no definitiva. Mencionaron que los
evangelios actuales fueron escogidos de entre más de ochenta evangelios. Esto
debido a que Constantino, emperador de Roma, no quería ver derrocado a su
imperio, y estableció el cristianismo como religión oficial. Para no mostrar la
naturaleza humana de Cristo, eligió los evangelios que no la mostraran. Constantino
también unifico prácticas paganas con las del Cristianismo. La divinidad de
Cristo había sido establecida por votación, lo cual era fundamental para la
fundamentación de la Iglesia. Le dijeron que María Magdalena era la esposa de
Jesús, y que ella era el Santo Grial que perpetuaba la sangre de Cristo, es
decir, su descendencia. Da Vinci lo dejó muy claro en La Ultima Cena, donde se puede ver a una mujer sentada al lado de
Jesús, el verdadero Grial.
Silas
llegó a Chateau Villete en el Audi alquilado. El Maestro le había dejado esa
dirección; debía entrar, tomar la clave, y salir.
Remy,
el mayordomo, llamó un momento a Teabing, pues tenía algo importante que
decirle. Cuando volvió, se enfrentó a Langdon por haber entrado en su casa
cuando lo estaba buscando toda Francia. Langdon le explicó que tenía la clave
de bóveda. Se dirigen al sitio donde Langdon la había escondido y se la
muestra. Mientras Langdon lo examinaba, Silas apareció y le pegó en la cabeza.
Le pidió a Teabing que se lo diera, amenazándolo con una pistola. Teabing se
dio cuenta de que tenía puesto un cilicio, y cuando se acercó lo suficiente, lo
golpeó fuertemente, lo cual le produjo un gran dolor que le hizo disparar el
arma. En el suelo, le quitaron el arma y lo amarraron.
Collet
oyó un disparo y se decidió a entrar a la mansión. Con su tropa entraron en la
búsqueda de Langdon. Escucharon voces arriba, y todos subieron; habían sido
engañados con el sistema de intercomunicadores de la casa. Sabiendo que estaban
en el garaje, se dirigieron rápidamente donde faltaba uno de los tantos carros
que habían allí: habían escapado.
Dentro
del Range Rover, el auto que se llevaron, se encontraban Langdon, Sophie,
Teabing, Remy y Silas, atado en el maletero. Teabing decidió llamar al
aeródromo exclusivo que tenía en el aeropuerto, para pedir que tuvieran listo
su jet privado. El propósito de Teabing era llevaros a salvo a Inglaterra, ya
que estaban siendo buscados por toda Francia.
Llegaron
al aeródromo donde sobornaron al piloto para que dejara llevar a Sophie, a
Langdon y a Silas en el avión.
Ya
a salvo en el avión, se pusieron en la tarea de descubrir la clave del criptex;
pudieron sacar la tapa donde vieron una inscripción en una lengua extraña, que
al final resulto siendo la letra normal pero escrita al revés; copiaron la
inscripción en un papel, la cual decía:
Palabra sabia,
antigua, el pergamino
abre y mantiene
unida a su camada.
Lápida por los
templarios venerada
es la llave, y
el Atbash el camino
Fache
ya sabía que el Jet de Teabing se dirigía a Inglaterra, pues el controlador de
vuelo se lo había confirmado.
Langdon
le explicó a Sophie la esencia de lo que había visto que la había alejado de su
abuelo. Se trataba de un ritual muy antiguo llamado Hierros Gamos, consistente en un acto espiritual, dado en la unión
del hombre y la mujer sexualmente, como único medio para alcanzar la gnosis, el
conocimiento de lo divino. Sophie lo comprendió lentamente.
Unos
minutos después, Langdon se dio cuenta de cuál era la lapida por los templarios
venerada, el busto de un dios pagano llamado Baphomet. Para determinar las
cinco letras, usaron el Código del Atbash, en el que la primera letra se
sustituía por la ultima, la segunda por la penúltima y así sucesivamente. Le
quitaron las vocales a Baphomet, y solo quedaron
B
P V M Th, escritas en hebreo. Aplicándolo, se podía leer la palabra Sh-V-P-Y-A,
pero al pronunciarla se leía SOFYA. Para adaptarla al la otra parte del enigma,
el griego, sabiduría se escribe SOFIA. Así, pusieron SOFIA en el criptex, y con
cuidado lo abrieron. Se encontraron con la sorpresa de que había otro criptex,
y otra inscripción en un papel de pergamino, que decía:
En
la ciudad de Londres, enterrado
por
el Papa, reposa un caballero.
Despertaron
los frutos de sus obras
las
iras de los hombres más sagrados.
El
orbe que en su tumba estar debiera
buscad;
os hablará de muchas cosas,
de carne rosa y vientre fecundado.
No
supieron cual era el orbe faltante, pero Teabing sabia donde lo podían
averiguar. Unos minutos después ya estaban iniciando el aterrizaje. Desde la
central le avisaron que debía aterrizar en la terminal y no en su hangar.
Intuyeron que habría problemas, así que convenció al piloto para que
aterrizaran en el hangar normalmente.
Sir
Leigh Teabing y Remy salieron de allí, pero fueron rodeados por los oficiales.
El jefe de policía de Kent le informó de la situación, y pidió una revisión del
jet. Teabing se negó varias veces, pero el capitán entró por la fuerza. Se
extrañó al no encontrar nada, y los dejó ir.
Ya
en la limusina, después de haberse alejado, Teabing les dijo a sus pasajeros
que ya se podían acomodar normalmente. Resulta que Langdon, Sophie, llevando a
atado a Silas, salieron del jet antes de que los oficiales llegaran, y se
escondieron en la limusina para que no los vieran.
Teabing
les dijo que el supuesto orbe debía estar en la tumba de alguno de los
caballeros de la Iglesia del Temple, y le pidieron a Remy que los llevara
rápidamente. Cuando llegaron, Sophie, Langdon y Teabing se bajaron para entrar
allí, y dejaron a Remy cuidando de Silas. Mientras ellos entraban, con la
excusa de que eran los descendientes de sir Cristopher Wren, antiguo benefactor
de la iglesia, con el propósito de esparcir las cenizas en la iglesia.
Mientras
tanto, Remy liberó a Silas, afirmando estar también cumpliendo los propósitos
del Maestro.
Dentro
de la Iglesia, el trío se dirigió al fondo, hacia una habitación donde se
encontraban los Caballeros del Temple. Las tumbas estaban esculpidas con la
figura de cada unos de los caballeros. Los examinaron, sin ver en alguno la
ausencia del orbe, pero Sophie logró ver a uno de ellos en el que faltaba todo
básicamente. El monaguillo entró y les comentó que no eran tumbas sino efigies.
Tocaron, y el monaguillo fue a abrir; no encontró a nadie, pero cuando se
volteó Remy y Silas lo estaban amenazando y el primero fue obligado a irse.
Silas
entró despavoridamente y amenazó a Sophie con un arma. Langdon le pidió que
dejara ir a los otros y que resolvieran ese asunto entre ellos; Silas no lo dejó,
pero si soltó a Sophie. En ese preciso instante entró Remy, quien obligó a
Langdon a pasarle el criptex; Silas y Remy secuestraron a Teabing y salieron de
allí.
En
Chateau Villete, Collet seguía inspeccionando junto a otros hombres la mansión.
Uno de ellos le informó acerca de un cuarto secreto donde se encontraba un
magnifico equipo tecnológico de espionaje.
Langdon
y Sophie se dirigieron a la estación del metro de Temple. Allí, se montaron en
un tren para llegar al King’s College, famoso por ser la herramienta de
búsqueda más sofisticada, en relación a historia religiosa.
En
Chateau Villete, a Collet se le mostró una lista desde el ordenador. En ella se
encontraban los nombres de cinco personas importantes dentro de Francia, y en
ella se encontraba Jacques Sauniere. Estos cinco hombres estaban siendo
vigilados.
Silas
estaba en el asiento del copiloto. El Maestro llamó, pidiéndole que se quedara
en la sede del Opus Dei de Londres, afirmando que Remy debía entregarle la
clave puesto que tenía con él asuntos que discutir. Cuando Remy cogió el
teléfono, el Maestro le dijo que dejara a Silas en el Opus Dei y que se
encontraran en Saint James’s Park.
Langdon
y Sophie llegaron a King’s College. Allí, los atendió la bibliotecaria Pamela
Gettum. Ella les preguntó el motivo de su visita, y con ella pudieron acceder a
la búsqueda, usando palabras las palabras claves: LONDRES, CABALLERO, PAPA.
Para hacer a la búsqueda mas especifica, pusieron las palabras: LONDRES,
CABALLERO, PAPA, TUMBA; con una proximidad de 100 palabras de: GRIAL, ROSA,
SANGREAL, CALIZ.
Remy
dejó a Silas en la puerta de la sede londinense del Opus Dei. Entró y pidió
alojamiento y comida, a lo cual le dijeron que si. Subió a su habitación, donde
comió y se acostó. A la recepción llamó la Policía de Londres, indagando sobre
la presencia en aquel recinto de un monje albino.
Mientras
tanto, el obispo Aringarosa llegó a Londres y le pidió a Fache que lo llevara a
la sede del Opus Dei, donde Silas se encontraba.
Remy
se encontró con el Maestro en Saint James’s Park, como habían acordado. Remy le
entregó el criptex. Celebraron la victoria con coñac el cual estaba salado,
pero a Remy no le importó. De un momento a otro, Remy sintió que iba a vomitar:
el coñac estaba envenado. Remy murió rápidamente, y El Maestro salió de allí,
constatando que no había nadie cerca. Para sus adentros, supo cual era la
respuesta, la cual había escuchado varias veces mencionar por el mismo
Sauniere. No se demoró en llegar a aquel santuario, el más impresionante
edificio construido en Londres en el Siglo XIX.
Dentro
del King’s College, Sophie y Langdon todavía seguían buscando la tumba.
Encontraron un resultado referido a Sir Isaac Newton, que después de pensarlo
era el indicado, pero no en el sentido de haber sido enterrado por un Papa,
Esto fue un doble sentido para referirse a Alexander Pope. Sir Isaac estaba
enterrado en la Abadía de Westminster.
Silas
se despertó, y agudizó el oído. Momentos después entraron dos agentes, a los
cuales Silas noqueó. Salió a toda prisa casi desnudo, y llegó al vestíbulo.
Salió corriendo a la calle, aun seguía lloviendo y corrió a toda prisa.
Encontró a un agente, al que golpeó y le quitó su arma. Aparecieron tres
agentes, y Silas abrió fuego contra ellos. Detrás de él apareció alguien a
quien disparó: era el obispo Aringarosa.
Sophie
y Langdon se adentraron en la Abadía de Westminster. Allí, continuaron con la
búsqueda de la tumba, ya que era muy grande, hasta que decidieron buscar a un
guía. En un punto no muy alejado de la posición de Sophie y Langdon, el Maestro
se encontraba al frente de la tumba de sir Isaac Newton. Aun no había podido
descifrar la clave, pero logró ver la presencia de Sophie y Langdon. Le pareció
que ellos serian de buena ayuda, así que puso un señuelo para llevarlos a un sitio más reservado.
Langdon
y Sophie llegaron a la tumba de sir Isaac Newton. Allí se decepcionaron al ver
tantos orbes, - planetas, estrellas, cometas-
aun sin averiguar cuál de ellos faltaba. Mientras analizaban, lograron
ver una inscripción, que decía:
Tengo a Teabing
Vayan por la Sala Capitular
Y salgan al jardín público
Por la salida sur
Decidieron
ir velozmente y pasar directamente por la Sala Capitular. Pasaron por los
Claustros y luego llegaron a la Sala Capitular, donde se posicionaron en un
callejón sin salida. La puerta de entrada crujió y un hombre corpulento y con
muletas entró apuntándoles con un arma: era Leigh Teabing.
Teabing
les explicó la gravedad del asunto, la oportuna llegada de ellos dos a Chateau
Villete. Le explicó que esto lo hacía para desvelar la verdad, una verdad que
seguía escondida por la supuesta incidencia de la Iglesia Católica en Sauniere.
Teabing le pidió a Langdon desvelar la clave, y le entregó el criptex. Le
explicó que no los había eliminado antes a causa de la dificultad de los
códigos de Sauniere. Amenazó con el arma a Langdon para obligarle a que lo
ayudara.
Silas
seguía al frente de Aringarosa. Este último le pidió perdón por haberlo metido
en todo este asunto; habían sido engañados. Recordaba el motivo por el que
había accedido a la búsqueda del grial: El Vaticano había decidido retirar el
apoyo al Opus Dei. Luego, Aringarosa había recibido la llamada de un extraño
que se hacía llamar El Maestro, y accedió a sus planes, que salvarían al Opus
Dei. Ya el obispo se encontraba en el hospital, medio inconsciente.
Dentro
de la Sala Capitular, Langdon se encontraba pensando en la clave. Enfrente de
él se empezaron a formar planetas, estrellas, cometas, indicios de algún orbe
que en la tumba de Newton debiera estar. Su mirada se posó en el jardín, en las
ramas del manzano más antiguo de Gran Bretaña. Langdon le dijo que soltara a
Sophie, pero ella no quiso irse. Luego para sus adentros, Teabing aceptó
deshacerse de ellos de una vez por todas. Le pidió a Langdon que dejara el
criptex en el suelo, pero antes de hacerlo, Robert Langdon levantó el criptex y lo arrojo con todas sus fuerzas.
Teabing se dirigió rápidamente a atraparlo, y lo logró, pero al haber soltado
las muletas, cayó al suelo estrepitosamente y el cristal con el vinagre se
rompió. En el suelo, Teabing pudo abrirlo, y supo que Langdon había sacado el
papiro del criptex antes de tirarlo. La clave era HOMUM, palabra latina que
significa manzana, de la que había comido Eva y había sido fuente de inspiración
para Isaac Newton.
De
la nada entraron oficiales de policía, acompañados de Bezu Fache, quien saludo
a Sophie y a Langdon quienes arrestaron a Teabing.
Silas
murió en Kensington Gardens. Bezu Fache fue a visitar al obispo al hospital, a
quien informó de la situación. Aringarosa le pidió a Fache que distribuyera los
bonos del Vaticano a las familias de las
personas que Silas había asesinado.
Sophie
y Langdon se dirigían a la capilla de Rosslyn, situada en Edimburgo, construida
por los Templarios en 1446. El mensaje del criptex decía:
Bajo la antigua Roslin el Grial
con impaciencia espera tu llegada.
Custodios y guardianes de sus puertas
serán por siempre el cáliz y la espada.
Adornada por artes de maestros,
ella reposa al fin en su morada
y el manto que la cubre en su descanso
no es otro que la bóveda estrellada.
Dentro se
encontraron con infinidad de símbolos, la mayoría paganos. Decidieron examinar
el lugar; Sophie recordó haber estado allí en su infancia con su abuelo. El
guía los saludó gentilmente y les dio u recorrido. Mientras esto sucedía, el
joven guía no pudo dejar de notar la caja de palisandro que Langdon tenía entre
sus brazos, una caja igual a la que la abuela del joven tenía. Mientras tanto,
Sophie salió de allí y se dirigió a la casa del lado, donde vivía la abuela del
joven, quien presidia el Patronato de Rosslyn. Sophie logró recordar a la
abuela del joven, quien también era la abuela de Sophie. Asimismo, abrazó al
guía quien era su hermano.
La abuela de
Sophie le explico a ella los motivos de su separación, enmarcados por el deber
protegerse, pues el supuesto accidente no había sido lo que suponían. Le reveló la verdad: Sophie era descendiente de Jesus. Ese era el secreto de Sauniere queria revelarle aquella noche. Luego,
Marie Chauvel, la abuela de Sophie, le pidió a Langdon que le diera el papiro.
Ella lo examinó, y le dijo, entre otras cosas, que el grial no estaba en
Rosslyn.
Sophie apareció
y su abuela los dejó solos. Sophie le pidió a Langdon que se quedara unos días,
pero este último no aceptó y le dijo que se devolvería a Paris por la mañana.
Hablaron de su próximo encuentro, planeándolo en Florencia, toda una semana.
Ya en Paris,
Robert Langdon se dio cuenta de algo repentinamente. Se duchó, se vistió y
salió rápidamente del hotel. Buscó en la calle unos pequeños discos dorados que
formaban una línea recta de norte a sur. Siguió por el sur. En su mente examinó
el escrito:
Bajo la
antigua Roslin el Grial
con impaciencia espera tu llegada.
Se dio cuenta de
que se refería a la Línea Rosa. Siguiendo la línea, se encontró con La Pirámide
del Louvre. Continuando el trayecto, pudo notar la zona donde se encontraba La Pyramide Inversé; supo que correspondían al cáliz y la espada:
Custodios y guardianes de sus puertas
serán por siempre el cáliz y la espada.
Donde estaba,
pudo analizar la siguiente parte del mensaje, sabiendo que estaba en el museo más
famoso del mundo:
Adornada por artes de maestros,
ella reposa al fin en su morada
Asimismo, miró
la noche, llena de estrellas:
y el manto que la cubre en su descanso
no es otro que la bóveda estrellada.
Se arrodillo rápidamente,
como acto de veneración hacia la mujer, la Sabiduría de los Tiempos
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